“Viejos patios de tango”
En la época de la colonia, las
primeras casas de Buenos Aires eran simples ranchos de paja y adobe, con el
tiempo los techos se hicieron de tejas y las construcciones de ladrillos.
El estilo de las casas al igual
que las casonas de Roma eran formando un cuadro de varias habitaciones y un
patio central.
Las familias de mayores recursos
económicos e inserción social construían sus casas con hasta tres patios: el
primer patio de la familia, el segundo de la servidumbre y el tercero para la
huerta y frutales
Estos patios a veces poseían
aljibe, parrales e higueras y vegetación variada.
Generalmente las casas tenían en su frente rejas y balcones que al
igual que el patio sirvieron de inspiración poética:
La pulpera de
Santa Lucía
Vals 1929
Música: Enrique
Maciel
Letra: Héctor Pedro
Blomberg
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Le cantó el payador mazorquero
con un dulce gemir de vihuelas
en la reja que
olía a jazmines,
en el patio que
olía a diamelas.
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La evolución de la gran aldea,
conservo en sus construcciones, en la medida de las posibilidades, la presencia
del patio…
Tanto casas de familia, como inquilinatos y conventillos poseían este
espacio exterior que permitía el desahogo necesario para sus habitantes
carentes de tantas comodidades internas.
Lugar de reunión, de vida social,
de románticos encuentros, donde los payadores y los guitarreros expresaban su
arte y su poesía en este ámbito donde los sentimientos se volcaban ante un espacio capaz de motivar las
fibras intimas del poeta.
Sus parrales salpicando el techo
del cielo y sus malvones, glicinas y jazmines daban el marco necesario para la
inspiración.
Los patios de ladrillos viejos recibían el
taconear de los mozos y sus parejas que llevaban el baile en la sangre.
El patio del conventillo fue cuna
del tango en sus albores y los payadores
y guitarreros colaboraban en este proceso creativo y los organitos lo difundían.
También las angustias y los dolores
tuvieron su expresión en este espacio, aunque las tragedias
fueron casi exclusivas de la pieza del conventillo, el patio no debía
mancharse con tanto dolor, y así lo
recogió y transmitió Armando Discepolo
al crear ese grotesco criollo producto de su inspiración.
El tango tuvo su ámbito de
inspiración en esos patios, que ya desaparecían y la nostalgia los mantenía en
el recuerdo, Catulo Castillo fue el autor de esta letra, con una poesía
simple y perfecta:
El patio de la
morocha
Tango
Música: Mariano Mores
Letra: Cátulo
Castillo
Patio de la morocha que allá en el tiempo
tuvo frescor de sombras como el alero.
Sobre tu piso pobre ladrillos viejos,
junto a mi pecho triste sus ojos negros
diciendo adiós,
diciendo adiós ...
Con el recuerdo de este tango vuelvo a verla.
Con el recuerdo de este tango juguetón
que me habla de ella.
Tal vez el patio y el cedrón que me llamaba
y su carita de ilusión que se asomaba.
Y en el jirón de alguna
linda medialuna,
su cara bruna
que me miraba...
Feliz paisaje de vida
que duele como una herida.
Pobre retazo de sueño
que acaso no tenga dueño.
Si estaba el alma en pedazos,
cómo ingratos sus ojazos
cuanto más amor pidieron
se me fueron...
¡Muchacha criolla
del tiempo aquel!
Tango dulzón y orillero
que al corazón
le reprocha, cruel,
la ausencia de la morocha
y el viejo patio que quiero...
Sobre tu piso pobre,
ladrillos viejos.
Junto a mi pecho triste,
sus ojos negros
diciendo adiós,
diciendo adiós...
La memoria de cuando era niño
muestra ese patio familiar, donde los juegos los padres y abuelos conforman un ámbito
de paz y sencillez cuando la vida era todavía el hada de un cuento:
Memoria de un
patio
Vals
Música: Reynaldo Martín
Letra: Roberto Díaz (b)
En baldosas color de ceniza
pintadas con tiza
nació la rayuela.
El sillón que hamacaba a la
abuela
dejaba una estela
de tarde sin prisa.
Era justo el país de la risa,
región de la infancia
que un duende inventó.
Cuando el gato brincaba en la
parra
y había cigarras
solfeándole a Dios.
En la paz demorada del patio
mi vieja era un mate,
mi viejo era un tango.
Había un trompo que hacía piruetas
entre las macetas
y el muro de antaño.
Y la vida juntaba alegría
en una alcancía
de magia y niñez.
Y la vida era el hada de un
cuento;
los ogros del tiempo
llegaron después.
En aquel vozarrón del abuelo
soltaba su vuelo
el ángel del vino.
Y la casa era un largo camino
de luz y de trino
bajando del cielo.
Era cosa de andar sin recelo
siguiendo los ecos
de un grillo cantor.
Porque el mundo era sólo un
juguete,
feliz barrilete trepando hacia el
sol.
El baile era una de las pocas posibilidades de acercamiento
social y romántico y el patio brindaba el ámbito adecuado para su expresión:
Bailes de patio
Tango
Música: Elvino
Vardaro / Oscar Arona
Letra: Francisco
García Jiménez
Una luna llena, de verano,
entre el toldo de la parra
curiosea el viejo
patio,
donde se florean, mano a mano,
el violín y la guitarra
de una fiesta de arrabal.
Y al compás cadencioso y marcao,
de floreos los pies
las baldosas alfombran,
y en un rincón
hacen guardia a un barril
con su plana mayor
los del trago “sin fin”.
Recuerda el mortal dichoso
que aquellas horas viviera,
las lindas farras nocheras
del tiempo de las polleras
del almidonado percal...
Y al ver sus hijos ya mozos
y a la patrona plateada,
nota la vista empañada,
dice: ¡Qué lejos están!...
Riegan las mazurcas de saltitos
las baldosas, donde brillan
los pintados farolitos;
y entre el “pá de catr” y las cuadrillas
una polka de la silla
regocija a la reunión.
Y en un tango dulzón, de mi flor,
el flautista hace andar
como arañas los dedos;
mientras que va
declarándose amor
la pareja gentil
de otro tiempo mejor...
El recuerdo del patio colonial
llevo al poeta de tango Armando Tagini
(1906-1962), a volcar en su obra , el sentir de una niña que extasiada por las
marionetas en su infancia, pareciera que marca su frívolo destino:
Marionetas
Tango 1928
Música: Juan José
Guichandut
Letra: Armando Tagini
Tenía aquella casa no
sé qué suave encanto
en la belleza humilde
del patio colonial
cubierto en el verano
por el florido manto
que hilaban las
glicinas, la parra y el rosal...
¡Si me parece verte! La pollerita corta,
sobre un banco empinadas las puntas de tus pies,
los bucles despeinados y contemplando absorta
los títeres que hablaban, inglés, ruso y francés.
-¡Arriba, doña Rosa!...
¡Don Pánfilo, ligero!...
Y aquel titiritero
de voz aguardentosa
nos daba la función.
Tos ojos se extasiaban:
aquellas marionetas
saltaban y bailaban
prendiendo en tu alma inquieta
la cálida emoción...
Los años de la infancia risueña ya pasaron
camino del olvido; los títeres también.
Piropos y promesas tu oído acariciaron...
te fuiste de tu casa, no se supo con quién.
Allá entre bastidores, ridículo y mezquino,
claudica el decorado sencillo de tu hogar...
Y tú, en el proscenio de un frívolo destino,
¡sos frágil marioneta que baila sin cesar!
La poesía de Raúl González Tuñón, también, nos traslada a ese mundo de los patios y con
una gran riqueza poética va definiendo los personajes de esa reunión social que
novedosamente requería de un ingreso más formal:
Polka de la
tarjeta de cartón
Letra de R. G. Tuñón
Música de J. Cedrón
¿Quién no conoció el peinado que usaba Misia Felicia,
su pollera con bordado, su cara llena de risa,
sus patios con
emparrado, sus fiestas con pericón
y quién no estuvo invitado con tarjeta de cartón?
¿Quién no conoció la
gloria de matear bajo la parra
cuando tocaban victoria los dedos en la guitarra,
cuando el mísero
colado salía por el balcón
porque no estaba invitado con tarjeta de cartón?
Entonces un chorro fino caía en la canaleta
haciendo su remolino saltarín en la pileta.
Si faltaban los de al lado se decía en la reunión
que no estaban invitados con tarjeta de cartón.
Ah!, las reuniones comadre, comentadas por semanas,
five o' clock tea de
Las Ranas, de la gente más compadre,
de los que recién
llegados ligaban un ginebrón
porque estaban invitados con tarjeta de cartón.
Reuniones de rompe y raja, de malevos orilleros
que largaban la baraja cuando olían entreveros;
chinas empingorotadas
hacían sonar el tacón
porque estaban invitadas con tarjeta de cartón.
Farolito a querosén del almacén de Profumo,
mozos que se iban al humo si les seguían el tren;
moños, cintas,
charolados, puro corte y confección
porque estaban invitados con tarjeta de cartón.
Época en que se formaba corrillo al cantor del bajo
y Buenos Aires fumaba cigarrillos "Vuelta abajo".
Patios de cielo entoldado con estrellas de
ocasión...
¡Ah!, no haber sido invitado con tarjeta de cartón.
Polka de cintura fina y peinado a la banana,
polka que fue la mañana de la milonga argentina,
ya terminó tu función
y yo nunca te he bailado,
pues nunca estuve invitado con tarjeta de cartón.
El tango La cumparsita, entre sus letras ha
incorporado un recitado cuyo autor fue
Celedonio Flores y cuya versión más famosa fue la realizada por Julio Sosa, el varón del tango y en sus versos expresa el recuerdo de su patio
viejo:
Pido permiso señores, este tango habla por mi
y mi voz entre sus
sones dirá porque canto así...
Porque cuando pibe me acunaba en tangos
la canción materna pa
llamar el sueño
y escuche el rezongo de los bandoneones
bajo el emparrado de mi patio viejo
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Esta milonga también recoge el recuerdo de ese patio de
conventillo y sus payadas:
El conventillo
Milonga 1965
Música: Ernesto Baffa
/ Fernando Rolón
Letra: Arturo De La
Torre / Fernando Rolón
Yo nací en un conventillo
de la calle Olavarría,
y me acunó la armonía
de un concierto de cuchillos.
Viejos patios de
ladrillos
donde quedaron grabadas
sensacionales payadas
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Los versos sencillos y emotivos de Héctor Gagliardi expresan la comunión entre el tango y el
patio como conclusión poética de nuestra
temática.
Me llamo tango
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Y aquí me tienen de vuelta,
sencillo como esos
patios,
donde se duermen los
gatos,
debajo de las
macetas,
que se defienden
coquetas,
del malón de las
hormigas,
con las patitas
metidas,
en zapatitos de lata,
……………………………………
Miguel Ángel Viciconte
Bibliografia
consultada:
www.todotango.com.ar
miguel mirando un programa de cablevision escuche que tenias este blog. que interesante!! un saludo enorme. florencia del buono
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