sábado, 11 de mayo de 2013

Mateo: Viejo coche


Mateo: viejo coche…


Amarraditos
 Letra de Margarita Duran      

Música de Pedro B. Pérez

 

 Vamos amarraditos los dos,

 espumas y terciopelo;

 tú con un recrujir de almidón

 y yo serio y altanero;

 la gente nos mira

 con envidia por la calle,

 murmuran las vecinas,

 los amigos y el alcalde.

 Dicen que no se estila ya más

 ni tu peinetón ni mi pasador;

 dicen que no se estila ya más

 ni tu medallón ni mi cinturón...

 Yo se que se estilan tus ojazos

 y mi orgullo cuando vas de mi brazo

 por el sol y sin apuro.

 Nos espera nuestro cochero

 frente a la iglesia mayor,

 y a trotecito lento recorremos el paseo.

 Yo saludo tocando el ala

 de mi sombrero mejor,

 y tu agitas con donaire tu pañuelo.

 No se estila, ya sé que no se estila,

 que me pongas, para cenar,

 jazmines en el ojal...

 Desde luego, parece juego,

 pero no hay nada mejor

 que ser un señor

 de aquellos que vieron mis abuelos.


Este hermoso vals peruano nos lleva a los tiempos de los abuelos, donde el coche de  caballos es parte del escenario  que la letra pinta con increíble belleza.

En realidad, tanto la letra como la música pertenecen  a dos argentinos que obtuvieron con esta obra el primer premio  a la canción melódica en el recordado concurso Odol de la canción año 1963, en esa oportunidad  el primer premio  a la canción ciudadana fue a: El ultimo café– Tango (Héctor Stampone/Cátulo Castillo)  y el segundo  premio a la canción ciudadana: Cuando era mía mi vieja - Milonga campera (Juan Bernardo Tiggi/Pascual Mamone)

La argentina ha hecho aportes muy importante al  internacionalmente reconocido vals criollo peruano, la obra que nos ocupa, “Amarraditos”, y el vals “Que nadie sepa mi sufrir” compuesta por Ángel Cabral en 1936, con letra de Enrique Dizeo


El coche de caballos

 Fue un vehículo de tracción animal, tiene su origen en Europa; en España en el siglo XVI fue utilizado  por familias de recursos, para movilizarse al realizar  sus actividades sociales, su incremento motivo a las autoridades a reglamentar su uso.

Sus características eran de de cuatro ruedas o de dos ruedas, una caja sobre muelles, con dos puertas laterales y ventanillas vidriadas, en su interior asientos para varias personas

En los países europeos la nobleza destacaba su condición utilizando estos coches o carrozas, reemplazando las literas o el uso de caballos

Estos coches originalmente en Inglaterra se los denominaba Milord y posteriormente llegaron  a Francia  como Milord-Cabriolet, retornando a Inglaterra le fue obsequiado uno a la reina Victoria, que al adoptarlo lo jerarquizo y comenzó a llamarse como  Victoria

En nuestro país el coche de caballos paso a formar parte del paisaje urbano, como elemento de traslado de las familias, el médico para atender a sus pacientes, los dolientes de los muertos en sus traslados a los cementerios y hasta los corsos de barrios  se engalanaban con su presencia y participación carnavalera.

Con el tiempo se lo conoció como coche de plaza porque aparcaban en las plazas más importantes de Buenos Aires, como Plaza Congreso, Plaza Miserere, Plaza Flores y otras.

La poesía de Celedonio Flores nos pinta a un muchacho calavera y su recuerdo por ese coche que lo acompañaba en sus noches, la excelente interpretación de Angel Vargas  nos trae ese mundo del pasado con la emoción de su canto.

Viejo coche

Tango 1926

Música:  Eduardo Pereyra 

Letra:  Celedonio Flores 

 

Viejo coche, que cuando era

un muchacho calavera

de madrugada ocupé...

Si por pura fantasía

de la milonga salía

y a Palermo me tiré.

 

Eras nuevo y lustroso

y tu buen caballo brioso

por el centro te lució.

¡Viejo coche, quién diría,

que a la larga rodarías

como también rodé yo!

 

Te acordás de aquella noche

cochero que me quisiste,

qué contento te pusiste

porque un cariño encontré.

Y aquella otra que apenado

me dijiste: "Vea, niño,

hace un rato su cariño

en otro coche se fue".

 

De mis pilchas, te pasaba

de aquellas que ya no usaba,

toda ropa de valor.

Si una fija me corría

muchas veces, si podía,

te llevaba un ganador.

 

Donde quiera que paraba

a tomar te convidaba

a mi lado un copetín.

Yo tenía mucho vento,

vos sabés que eso no es cuento

ni me dejarás mentir.

 

Y el pasado me ha quedado

como un recuerdo grabado

de mis éxitos de ayer.

¡Pero abierta está la herida

de la leyenda fingida

que me contó esa mujer!

Como vos, viejo cochero,

resignado sólo espero

lo que la suerte dirá.

Esperando que la vida

eche su última partida

para poderla copar.

 

Ya después en la carpeta,

al llegar la madrugada,

vos estabas de parada

para llevarme a dormir.

Y al tranco de tu caballo,

ya también viejo y cansado,

éramos naipes marcados

en el monte del vivir.

 

Este coche de caballos con su carta de ciudadanía argentina también requería de un nombre propio que le diera verdadera entidad y este llego de la mano de Armando Discepolo, el autor del denominado grotesco criollo, un genero continuador del sainete criollo.

Armando Discepolo, había nacido en 1887, su padre Santo, un napolitano llegado a la argentina, traía su profesión de músico y un título obtenido en el Real Conservatorio de Nápoles, fallecido el padre en 1906 Armando siendo el mayor de los hermanos tuvo que asumir la responsabilidad de la familia y trabajar para mantenerla, pero ya imaginaba que su futuro era el teatro, al fallecimiento de la madre la familia se disperso.

Armando se casa y se hace cargo de su hermano menor Enrique (el futuro y gran autor de tangos tan maravillosos)

La primera obra teatral de Armando se la llevo a Pablo Podestá (José y Pablo eran los Hermanos Podestá, cuya compañía teatral y circense  era una de las principales protagonistas del espectáculo argentino)

Con el tiempo Armando va desarrollándose como hombre de teatro y Enrique lo comienza a acompañar, las obras de Armando ya van tomando las características de ese grotesco criollo, que será su gran creación.

Armando llega a los dramas y las angustias de los inmigrantes, en sus conventillos y avanza más allá de los patios donde se realizaban los bailes y las fiestas, para ingresar a la pieza donde se esconden sus verdaderas desdichas.

En 1923 se estrena su obra Mateo, la que realmente expresa el grotesco criollo en toda su magnitud.

La figura central es Miguel un cochero y su caballo Mateo, con el cual “dialoga” permanentemente. La polémica entre la moral y la angustia para salir de la pobreza lo coloca frente a la gran decisión, participar en una acción delictiva o negar el sustento a su familia.

El coche de caballos ya estaba siendo superado por el automotor y miguel no acepta dejar  la actividad frente a los cambios.

La obra es una mezcla de comicidad y tragedia y muestra descarnadamente las miserias humanas.

La popularidad de la obra de teatro supero lo imaginado y partir de ese momento el nombre Mateo (el caballo de Miguel) por extensión se le aplica al coche de caballos

Homero Manzi nos trae desde el recuerdo este hermoso tango donde coche y cochero conforman una misma realidad:

El pescante

Tango 1934

Música:  Sebastián Piana 

Letra:  Homero Manzi  

 

Yunta oscura trotando en la noche.

Latigazo de alarde burlón.

Compadreando de gris sobre el coche

por las piedras de Constitución.

 

En la zurda amarrada la rienda,

amansó al colorao redomón.

Y, como él, se amansaron cien prendas

bajo el freno de su pretensión.

 

¡Vamos!...

cargao con sombra y recuerdo.

¡Vamos!...

atravesando el pasado.

¡Vamos!...

al son de tu tranco lerdo

¡Vamos!...

camino al tiempo olvidado.

Vamos por viejas rutinas,

tal vez de una esquina

nos llame René.

Vamos que en sus aventuras

viví una locura

de amor y Suisse.

 

Tungo flaco tranqueando en la tarde

sin aliento al chirlazo cansao.

Fracasado en su último alarde

bajo el sol de la calle Callao.

 

Despintado el alón del sombrero

ya ni silba la vieja canción,

pues no quedan ni amor ni viajeros

para el coche de su corazón.

 

Ya los adelantos tecnológicos habían Incorporado nuevos medios de transporte, el tranvía a caballo, el automóvil de alquiler (el taxi) van desechando el uso del Mateo que prácticamente tiende a desaparecer, esta decadencia era un hecho irreversible.

Se fue Mateo

Tango 

Música:  Antonio De Bassi 

Letra:  Alfredo Bertonasco 

 

¿Te acordás de las mujeres

que paseaste por Florida

con la capota corrida,

para lucirlas mejor?

¿Te acordás, por Pellegrini,

la pebeta que llevaste,

los piropos que escuchaste

de las parejas de amor?...

 

¡Mateo!

te gritó la purretada,

mientras la bestia agobiada,

siente tu mismo dolor.

¡Mateo!

te gritan de cualquier parte.

Y vos tenés que ladearte

para dar paso al motor...

 

Y es por eso que Mateo

piensa ahora, con tristeza,

si al regresar a su pieza

no encontrará qué comer...

En cambio, hallará una carta,

que dejó su hija Consuelo,

que anoche levantó vuelo

con su vecino el chofer...

El mateo fue quedando en el olvido, se prohibió la tracción a sangre y prácticamente fue la carta de defunción del mismo, solo el recuerdo y las tradiciones han permitido alguna continuidad que se expresa solamente desde lo turístico

Los primeros versos de este tango ya nos van mostrando el destino de ese viejo cochero atado a su  viejo coche de plaza y un final triste para esa identidad:

Viejo cochero

Tango 

Música:  Eduardo Bonessi 

Letra:  Horacio Sanguinetti 

 

Unidos por las riendas del destino

como una sombra lentamente pasa,

va trotando por la senda del olvido

como atado a tu viejo coche de plaza.

Cochero que te alejas de este mundo

envuelto en sombras y enlutado de dolor,

ya no se oye tu trote vagabundo

por las calles de la vida sin amor.

 

Mateo, apartáte de la vía

y dejá paso al progreso,

hoy te grita la ciudad.

Mateo, casi histórico cochero

yo recuerdo tus paseos

al hermoso Rosedal.

Mateo, encorvado por los años

yo te vi monologando

a solas con tu pesar.

Por eso cuando así, triste, te veo

yo también quiero, Mateo, llorar.

 

Anoche le llovía tu capota

lo mismo que a tu alma tan cansada,

por su tela negra de hule, vieja y rota,

le goteaban las mil noches mal pasadas.

Sentado en el pescante de tu coche,

tenías frío y muchas ganas de dormir,

esperando levantar un triste viaje

no soñabas que te ibas a morir.

 

De la pluma de Enrique Cadicamo nos llega en tango aquel pasado florido con sus recuerdos frente al cambio y no podía estar ausente nuestro viejo coche en las alegres noches de la juventud:

Pasado florido

Tango 

Música:  Enrique Cadícamo 

Letra:  Enrique Cadícamo  

 

Buenos Aires, has cambiado como yo cambié de a poco.

Soy del tiempo de tus focos, los primeros que hubo a gas.

Yo bailé en Rodríguez Peña, con la orquesta de los Greco

y hasta aquí me llega el eco y me enciende su compás...

 

Yo me acuerdo del T.V.O., de la calle Montes de Oca,

de un café que había en La Boca, donde Arolas empezó.

Y de Andrade, buen amigo, que en un baile lo mataron...

¡Esas cosas ya pasaron pero tienen su emoción!

 

De aquel pasado florido

de mil novecientos once,

viene el recuerdo querido

en ancas de aquel entonces...

La noche cuando Manolo

me provocó con los Vieyra

y como yo estaba solo

no quise hacerme el Moreyra.

Si hubiese vivido Andrade no queda ni uno, esa vez.

 

Cuántas noches nos largamos con Cielito y con Ceballos

en los coches de caballos, por tus calles a pasear...

Y una vez, cuando entre copas, por hacer un chiste de antes

fui a sentarme en el pescante y me puse a manejar...

Buenos Aires de Fray Mocho y de Caras y Caretas

en tus plazas sin retretas, hoy me pongo a suspirar...

Y al mirar como has cambiado, mi Buenos Aires querido

por aquello que he vivido, siento ganas de llorar.

 

 

 

 

 

 

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