domingo, 19 de mayo de 2013


Volver a la serenata

Volvamos a cantarle al amor

sin temor con toda la emoción

no dejemos el amor escondido

que alguien espera esa declaración

 

Y aunque ya no están la reja y el balcón

ni malvones ni glicinas en flor

ni sentir extasiado ese candor

igual está presente en el alma el amor

m.a.v.

 

La obra del gran poeta Héctor Pedro Blomberg, “La pulpera de Santa Lucia” nos traslada al tiempo  de Rosas, Blomberg fue el creador de hermosas letras de esa época y con la música de Enrique Maciel y en la voz del gran Ignacio Corsini , destacaron un momento de la historia tan especial.

Esta pulpera de Santa Lucia, en realidad la hija del pulpero, hermosa mujer, hacia palpitar los corazones  de “los soldados de cuatro cuarteles” destacándose ese payador mazorquero (pertenecía a la Mazorca, fuerzas de Rosas), pero sus amores no fueron correspondidos y la llevo el payador de Lavalle y  la doliente y postrer serenata la canto en el patio vacio

Las serenatas siempre se han cantado por los enamorados a la mujer a la que aspiran, generalmente al pie de un balcón y correspondida por su dama con una flor; triste serenata la del payador mazorquero en la soledad de ese patio.

La pulpera de Santa Lucía

Vals 1929

Música:  Enrique Maciel 

Letra:  Héctor Pedro Blomberg 

 

Era rubia y sus ojos celestes

reflejaban la gloria del día

y cantaba como una calandria

la pulpera de Santa Lucía.

 

Era flor de la vieja parroquia.

¿Quién fue el gaucho que no la quería?

Los soldados de cuatro cuarteles

suspiraban en la pulpería.

 

Le cantó el payador mazorquero

con un dulce gemir de vihuelas

en la reja que olía a jazmines,

en el patio que olía a diamelas.

 

"Con el alma te quiero, pulpera,

y algún día tendrás que ser mía,

mientras llenan las noches del barrio

las guitarras de Santa Lucía".

 

La llevó un payador de Lavalle

cuando el año cuarenta moría;

ya no alumbran sus ojos celestes

la parroquia de Santa Lucía.

 

No volvieron los trompas de Rosas

a cantarle vidalas y cielos.

En la reja de la pulpería

los jazmines lloraban de celos.

 

Y volvió el payador mazorquero

a cantar en el patio vacío

la doliente y postrer serenata

que llevábase el viento del río:

 

¿Dónde estás con tus ojos celestes,

oh pulpera que no fuiste mía?"

¡Cómo lloran por ti las guitarras,

las guitarras de Santa Lucía!

 

La serenata

No es fácil rastrear en los tiempos el origen de la serenata, aunque la época del romanticismo pareciera haber influido en  ella, lo que  es indiscutido es su  trascendencia a los distintos lugares de acuerdo a sus propias características culturales.

La mujer casi siempre ha sido la destinataria de las serenatas que bajo la forma de una declaración de amor llegaba a la amada en boca de un pretendiente acompañado de algún instrumento musical.

También las serenatas han llevado el agradecimiento a un amigo, un familiar, a la madre, recordando un aniversario y otros, lo cual  no ha sido patrimonio exclusivo de los enamorados.

El escenario más representativo de la serenata de los enamorados ha sido a los pies de un balcón enrejado, donde el agradecimiento llegaba en una sonrisa y una flor lo cual indicaba el asentimiento.

Pero no siempre eran flores, a veces los padres que no aceptaban una relación, se encargaban de dar por terminada la osadía del trovador que debía rápidamente retirarse para evitar males mayores.

En los distintos países latinoamericanos las serenatas se afianzaron y llegaron a generar una poesía propia que fue trascendiendo al mundo como grandes clásicos de la materia.

El caso de México es emblemático, los mariachis han recreado un mundo de serenatas con hermosas canciones y también Perú se ha destacado por hermosas obras bajo la estructura musical del llamado vals criollo peruano.

También pequeñas y sencillas serenatas fueron famosas, como la siguiente:

Una paloma blanca

 como la nieve,

 me ha picado en el alma;

 mucho me duele.

 Dulce paloma,

 ¿cómo pretendes

 herir el alma

 de quien te quiere?

 

En nuestro folklore

En los pueblos del interior de nuestro país también las serenatas estaban presentes para expresar los amores de quienes las ofrecían, esta hermosa canción litoraleña, en pocas estrofas nos pinta un declaración de amor simple, sencilla pero de una gran fuerza; queda en nuestros oídos la hermosa voz de la recordada  cantante misionera  María Helena en el año 1965.

MI SERENATA

- canción del litoral -

(Letra y Música: Fermín Fierro)

                                                  

A la hora que la luna va muriendo,

justo cuando comenzaba yo a soñar,

escuché de tu guitarra unos arpegios;

y así tuve yo un hermoso despertar.

 

Entreabrí la ventanita de mi rancho,

y en su sombra un lapacho te escondió,

galopaba el corazón ya desbocado;

y escuché diciendo así tu dulce voz.

 

Escucha mi serenata

que sólo es para tí;

yo no sé decir nada,

sólo te quiero, cuñataí;

sólo te quiero, te quiero

cuñataí.

 

 

El tango no podía estar ausente a esta temática y sus autores han desplegado hermosas letras:

La serenata 

 (vals)

Letra : Lito Bayardo  (Manuel Juan García Ferrari)

Música : Alberto Margal  (Alberto Natalio Cappa)

Grabado por Alberto Margal con acompañamiento de guitarras. (1956)

 

Cantándole a todas las madres

Y a todas las novias del mundo,

Que siempre cariño profundo

Por novias y madres sentí.

Hoy vuelvo de muchos caminos

A verte mi rosa temprana,

Cantando en tu vieja ventana

Mi serenata por ti.

 

Asómate, novia del alma

Asómate, novia querida,

Que al pie de tu reja florida

Regresa de nuevo el cantor;

Bajo la noche porteña

Que besa la luna de plata,

Te canta este vals serenata

Como una prueba de amor.

 

Si duermes, yo quiero que sientas

Y sueñes que estoy en tu reja,

Que el viento te lleva mi queja

Y bese tus ojos por mí.

Te cierro mi canto querido

Y dejo en la noche porteña,

Mis ansias por ti, mi dueña

Y nunca te olvides de mí.

 

 

Luna de arrabal

Vals 1934

Música:  Julio César Sanders 

Letra:  Enrique Cadícamo 

 

Muchachos, hoy que es noche clara y estival

invito a todos la barriada a recorrer,

hay mucha luz y es que: la luna de arrabal

nos acompaña par las calles como ayer,

es media noche, ella duerme y su balcón

entornado me espera que llegue...

junto al gemir del diapasón

yo quiero alzar sentimental

la serenata de mi amigo el corazón...

 

Y entonces al oír la introducción

del valsecito criollo y pasional

dormida su belleza angelical

nombrándome, despertará...

Su pecho de emoción ha de latir

sus ojos de otro azul se vestirán

y se pondrá la noche

sus galas embrujados

y tú, mi dulce amada,

temblarás...

 

Muchachos, vamos que la luna quiere oír

la serenata pintoresca de arrabal...

la noche es tibia, duerme el barrio y es zafir

el cielo lleno de estrellitas de cristal...

¡Muchachos pronto! que es tan bello saludar

a la novia que duerme inocente...

Los dedos en el diapasón

con un "allegro" arrancarán

y entonces mi alma subirá a su balcón...

Esta hermosa serenata en tiempo de vals fue interpretada, con su genial estilo, por Alberto Castillo en el film “La barra de la esquina” del año 1950.

 

Pareciera que la serenata ha quedado perdida en el tiempo y solo el recuerdo de algunos la traen a la memoria

La serenata de ayer

Vals 1941

Música:  Manuel Buzón 

Letra:  Ismael R. Aguilar 

 

Llegaba en coche a la ventana de la moza

y se embriagaba con glicinas y jazmines;

traía un ansia de zorzal en los cantares

ponía el alma en las guitarras y violines.

A la hermosura quinceañera le dejaba

el homenaje de su acento y de su amor

y se alejaba con el premio de un suspiro,

una sonrisa, un "muchas gracias" y una flor.

 

En la lejana noche fue

canción de amor y fe,

en la vidala fue el dolor

del mozo trovador...

Con habaneras vino al barrio a suspirar

y al claro de la luna, su farol de plata,

le pidió a la ingrata

que supiera amar.

La linda moza al despertar

al son de la canción.

Abría su alma y su balcón

poniéndose a soñar...

Y florecía la esperanza del cantor

al ver que la sonrisa de la porteñita,

era una infinita promesa de amor.

 

Enmudeció la serenata para siempre,

ya no anda en coche con guitarras y violines

siguió el camino de las buenas ventanitas

que se adornaba con glicinas y jazmines.

Se fue al ocaso con el coche en que llegaba

partió al recuerdo con Gabino, el payador.

Y se cerraron los balcones que se abrían,

para brindarle un "muchas gracias" y una flor.

Esta serenata del ayer fue grabada por el maestro Juan D’Arienzo, el rey del compas, con su destacable ritmo y con las voz del excelente cantor Héctor Maure.

 

 

 Y ahora vamos “a revivir las horas de un tiempo que paso”:

 

LA VIEJA SERENATA

Vals

Letra : Sandalio Gómez

Música : Teófilo Ibáñez

Grabado en 1951 por Jorge Vidal  con acompañamiento de guitarras-

 

Muchachos, esta noche saldremos por los barrios

A revivir las horas de un tiempo que pasó,

Será una pincelada de viejas tradiciones

Y al son de las guitarras dirá que no murió.

Iremos por San Telmo, Barracas, Puente Alsina

En Flores dejaremos prendida en un balcón,

La vieja serenata que nadie, nadie olvida

Por eso que esta noche se hará recordación.

 

Mujer, mujer, no te olvida

Aquel que fue y te cantó,

En noches de luna llena

Junto a tu reja su amor.

Y al escuchar del trovero

La dulce queja galana,

Abriéndose la ventana

Un “¡Muchas gracias!” se oyó...

 

Por todas las parroquias reviven los balcones

La vieja serenata del mozo trovador,

Si parece que hablaran jazmines y malvones

Como pidiendo, acaso, la vuelta del cantor.

Por eso que esta noche, muchachos, los invito

Pondremos en los barrios un poco de emoción,

Y al ver que las ventanas, se abren despacito

Muchachos, esta noche, yo pierdo el corazón...

 

Pero a más de revivir las horas de un tiempo que paso, no aceptemos que desaparecieron las serenatas, tal vez nos estén faltando serenateros, como bien lo dijo Gustavo Adolfo Bécquer:

no digáis que agotado su tesoro

de asuntos falto enmudeció la lira

podrá no haber poetas

pero siempre habrá poesía

 

Y en este desafío Catulo Castillo convoco nuevamente a la serenata para seguir teniéndola presente:

Vuelve la serenata

Vals 

Música:  Aníbal Troilo 

Letra:  Cátulo Castillo 

 

Yo te traigo de vuelta muchacha,

la feliz serenata perdida;

y en el vals que el ayer deshilacha,

la luna borracha, camina dormida.

A los dos el dolor nos amarra

con el mismo cansancio dulzón,

palpitando en aquella guitarra,

la dulce cigarra de tu corazón.

 

Hoy ha vuelto ya ves y a su modo,

te despierta, cantando en sigilo;

las tristezas que doblan el codo,

nos dicen que todo descansa tranquilo;

asómate, no seas ingrata,

que la serenata te llama al balcón.

 

Serenata del barrio perdido,

con sus ecos de esquina lejana,

hoy que sabes que todo está herido,

tu mano ha corrido la vieja persiana.

Asómate otra vez como entonces

y encendele la luz del quinqué,

porque quiere decir en sus voces,

muchacha no llores, no tienes porqué.

 

 

Miguel Ángel Viciconte


Bibliografía consultada

EIZAGUIRRE, José Manuel: Las serenatas

CAAMAÑO, Rafael E.: Las serenatas


www.todotango.com.ar

 

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