Volver a la serenata
Volvamos a cantarle al amor
sin temor con toda la emoción
no dejemos el amor escondido
que alguien espera esa declaración
Y aunque ya no están la reja y el
balcón
ni malvones ni glicinas en flor
ni sentir extasiado ese candor
igual está presente en el alma el
amor
m.a.v.
La obra del gran poeta Héctor
Pedro Blomberg, “La pulpera de Santa
Lucia” nos traslada al tiempo de
Rosas, Blomberg fue el creador de hermosas letras de esa época y con la música
de Enrique Maciel y en la voz del gran Ignacio
Corsini , destacaron un momento de la historia tan especial.
Esta pulpera de Santa Lucia, en
realidad la hija del pulpero, hermosa mujer, hacia palpitar los corazones de “los soldados de cuatro cuarteles”
destacándose ese payador mazorquero (pertenecía a la Mazorca, fuerzas de
Rosas), pero sus amores no fueron correspondidos y la llevo el payador de
Lavalle y la doliente y postrer serenata
la canto en el patio vacio
Las serenatas siempre se han
cantado por los enamorados a la mujer a la que aspiran, generalmente al pie de
un balcón y correspondida por su dama con una flor; triste serenata la del
payador mazorquero en la soledad de ese patio.
La pulpera de Santa Lucía
Vals 1929
Música: Enrique Maciel
Letra: Héctor Pedro
Blomberg
Era rubia y sus ojos celestes
reflejaban la gloria del día
y cantaba como una calandria
la pulpera de Santa Lucía.
Era flor de la vieja parroquia.
¿Quién fue el gaucho que no la quería?
Los soldados de cuatro cuarteles
suspiraban en la pulpería.
Le cantó el payador mazorquero
con un dulce gemir de vihuelas
en la reja que olía a jazmines,
en el patio que olía a diamelas.
"Con el alma te quiero, pulpera,
y algún día tendrás que ser mía,
mientras llenan las noches del barrio
las guitarras de Santa Lucía".
La llevó un payador de Lavalle
cuando el año cuarenta moría;
ya no alumbran sus ojos celestes
la parroquia de Santa Lucía.
No volvieron los trompas de Rosas
a cantarle vidalas y cielos.
En la reja de la pulpería
los jazmines lloraban de celos.
Y volvió el payador mazorquero
a cantar en el patio vacío
la doliente y postrer serenata
que llevábase el viento del río:
¿Dónde estás con tus ojos celestes,
oh pulpera que no fuiste mía?"
¡Cómo lloran por ti las guitarras,
las guitarras de Santa Lucía!
La serenata
No es fácil rastrear en los tiempos el origen de la serenata,
aunque la época del romanticismo pareciera haber influido en ella, lo que es indiscutido es su trascendencia a los distintos lugares de
acuerdo a sus propias características culturales.
La mujer casi siempre ha sido la destinataria de las
serenatas que bajo la forma de una declaración de amor llegaba a la amada en
boca de un pretendiente acompañado de algún instrumento musical.
También las serenatas han llevado el agradecimiento a un
amigo, un familiar, a la madre, recordando un aniversario y otros, lo cual no ha sido patrimonio exclusivo de los
enamorados.
El escenario más representativo de la serenata de los enamorados
ha sido a los pies de un balcón enrejado, donde el agradecimiento llegaba en
una sonrisa y una flor lo cual indicaba el asentimiento.
Pero no siempre eran flores, a veces los padres que no
aceptaban una relación, se encargaban de dar por terminada la osadía del
trovador que debía rápidamente retirarse para evitar males mayores.
En los distintos países latinoamericanos las serenatas se
afianzaron y llegaron a generar una poesía propia que fue trascendiendo al mundo
como grandes clásicos de la materia.
El caso de México es emblemático, los mariachis han recreado
un mundo de serenatas con hermosas canciones y también Perú se ha destacado por
hermosas obras bajo la estructura musical del llamado vals criollo peruano.
También pequeñas y sencillas serenatas fueron famosas, como la
siguiente:
Una paloma blanca
como la nieve,
me ha picado en el alma;
mucho me duele.
Dulce paloma,
¿cómo pretendes
herir el alma
de quien te quiere?
En nuestro folklore
En los pueblos del interior de nuestro país también las
serenatas estaban presentes para expresar los amores de quienes las ofrecían,
esta hermosa canción litoraleña, en pocas estrofas nos pinta un declaración de
amor simple, sencilla pero de una gran fuerza; queda en nuestros oídos la
hermosa voz de la recordada cantante misionera
María Helena en el año 1965.
MI SERENATA
- canción del litoral -
(Letra y Música: Fermín Fierro)
A la hora que la luna va muriendo,
justo cuando comenzaba yo a soñar,
escuché de tu guitarra unos arpegios;
y así tuve yo un hermoso despertar.
Entreabrí la ventanita de mi rancho,
y en su sombra un lapacho te escondió,
galopaba el corazón ya desbocado;
y escuché diciendo así tu dulce voz.
Escucha mi serenata
que sólo es para tí;
yo no sé decir nada,
sólo te quiero, cuñataí;
sólo te quiero, te quiero
cuñataí.
El tango no podía estar ausente a esta temática y sus
autores han desplegado hermosas letras:
La serenata
(vals)
Letra : Lito Bayardo (Manuel
Juan García Ferrari)
Música : Alberto Margal (Alberto
Natalio Cappa)
Grabado por Alberto Margal con acompañamiento de guitarras.
(1956)
Cantándole a todas las madres
Y a todas las novias del mundo,
Que siempre cariño profundo
Por novias y madres sentí.
Hoy vuelvo de muchos caminos
A verte mi rosa temprana,
Cantando en tu vieja ventana
Mi serenata por ti.
Asómate, novia del alma
Asómate, novia querida,
Que al pie de tu reja florida
Regresa de nuevo el cantor;
Bajo la noche porteña
Que besa la luna de plata,
Te canta este vals serenata
Como una prueba de amor.
Si duermes, yo quiero que sientas
Y sueñes que estoy en tu reja,
Que el viento te lleva mi queja
Y bese tus ojos por mí.
Te cierro mi canto querido
Y dejo en la noche porteña,
Mis ansias por ti, mi dueña
Y nunca te olvides de mí.
Luna de arrabal
Vals 1934
Música: Julio César Sanders
Letra: Enrique Cadícamo
Muchachos, hoy que es noche clara y estival
invito a todos la barriada a recorrer,
hay mucha luz y es que: la luna de arrabal
nos acompaña par las calles como ayer,
es media noche, ella duerme y su balcón
entornado me espera que llegue...
junto al gemir del diapasón
yo quiero alzar sentimental
la serenata de mi amigo el corazón...
Y entonces al oír la introducción
del valsecito criollo y pasional
dormida su belleza angelical
nombrándome, despertará...
Su pecho de emoción ha de latir
sus ojos de otro azul se vestirán
y se pondrá la noche
sus galas embrujados
y tú, mi dulce amada,
temblarás...
Muchachos, vamos que la luna quiere oír
la serenata pintoresca de arrabal...
la noche es tibia, duerme el barrio y es zafir
el cielo lleno de estrellitas de cristal...
¡Muchachos pronto! que es tan bello saludar
a la novia que duerme inocente...
Los dedos en el diapasón
con un "allegro" arrancarán
y entonces mi alma subirá a su balcón...
Esta hermosa serenata en tiempo de vals fue interpretada,
con su genial estilo, por Alberto
Castillo en el film “La barra de la
esquina” del año 1950.
Pareciera que la serenata ha quedado perdida en el tiempo y
solo el recuerdo de algunos la traen a la memoria
La serenata de ayer
Vals 1941
Música: Manuel Buzón
Letra: Ismael R. Aguilar
Llegaba en coche a la ventana de la moza
y se embriagaba con glicinas y jazmines;
traía un ansia de zorzal en los cantares
ponía el alma en las guitarras y violines.
A la hermosura quinceañera le dejaba
el homenaje de su acento y de su amor
y se alejaba con el premio de un suspiro,
una sonrisa, un
"muchas gracias" y una flor.
En la lejana noche fue
canción de amor y fe,
en la vidala fue el dolor
del mozo trovador...
Con habaneras vino al barrio a suspirar
y al claro de la luna, su farol de plata,
le pidió a la ingrata
que supiera amar.
La linda moza al despertar
al son de la canción.
Abría su alma y su balcón
poniéndose a soñar...
Y florecía la esperanza del cantor
al ver que la sonrisa de la porteñita,
era una infinita promesa de amor.
Enmudeció la serenata para siempre,
ya no anda en coche con guitarras y violines
siguió el camino de las buenas ventanitas
que se adornaba con glicinas y jazmines.
Se fue al ocaso con el coche en que llegaba
partió al recuerdo con Gabino, el payador.
Y se cerraron los balcones que se abrían,
para brindarle un "muchas gracias" y una flor.
Esta serenata del ayer fue grabada por el maestro Juan D’Arienzo, el rey del compas, con
su destacable ritmo y con las voz del excelente cantor Héctor Maure.
Y ahora vamos “a revivir las horas de un
tiempo que paso”:
LA VIEJA SERENATA
Vals
Letra : Sandalio Gómez
Música : Teófilo Ibáñez
Grabado en 1951 por Jorge Vidal con acompañamiento de guitarras-
Muchachos, esta noche saldremos por los barrios
A revivir las horas de un tiempo que pasó,
Será una pincelada de viejas tradiciones
Y al son de las guitarras dirá que no murió.
Iremos por San Telmo, Barracas, Puente Alsina
En Flores dejaremos prendida en un balcón,
La vieja serenata que nadie, nadie olvida
Por eso que esta noche se hará recordación.
Mujer, mujer, no te olvida
Aquel que fue y te cantó,
En noches de luna llena
Junto a tu reja su amor.
Y al escuchar del trovero
La dulce queja galana,
Abriéndose la ventana
Un “¡Muchas gracias!” se oyó...
Por todas las parroquias reviven los balcones
La vieja serenata del mozo trovador,
Si parece que hablaran jazmines y malvones
Como pidiendo, acaso, la vuelta del cantor.
Por eso que esta noche, muchachos, los invito
Pondremos en los barrios un poco de emoción,
Y al ver que las ventanas, se abren despacito
Muchachos, esta noche, yo pierdo el corazón...
Pero a más de revivir las horas de un tiempo que paso, no
aceptemos que desaparecieron las serenatas, tal vez nos estén faltando
serenateros, como bien lo dijo Gustavo
Adolfo Bécquer:
no digáis que agotado su tesoro
de asuntos falto enmudeció la lira
podrá no haber poetas
pero siempre habrá poesía
Y en este desafío Catulo Castillo convoco nuevamente a la serenata
para seguir teniéndola presente:
Vuelve la serenata
Vals
Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo
Yo te traigo de vuelta muchacha,
la feliz serenata perdida;
y en el vals que el ayer deshilacha,
la luna borracha, camina dormida.
A los dos el dolor nos amarra
con el mismo cansancio dulzón,
palpitando en aquella guitarra,
la dulce cigarra de tu corazón.
Hoy ha vuelto ya ves y a su modo,
te despierta, cantando en sigilo;
las tristezas que doblan el codo,
nos dicen que todo descansa tranquilo;
asómate, no seas ingrata,
que la serenata te llama al balcón.
Serenata del barrio perdido,
con sus ecos de esquina lejana,
hoy que sabes que todo está herido,
tu mano ha corrido la vieja persiana.
Asómate otra vez como entonces
y encendele la luz del quinqué,
porque quiere decir en sus voces,
muchacha no llores, no tienes porqué.
Miguel Ángel
Viciconte
Bibliografía
consultada
EIZAGUIRRE, José Manuel: Las serenatas
CAAMAÑO, Rafael E.: Las serenatas
www.todotango.com.ar
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